lunes, 2 de noviembre de 2009

El IPHES lamenta la muerte del biólogo mexicano Óscar J. Polaco, dedicado al estudio de la fauna prehistórica

El año pasado realizó una estancia en este instituto, en Tarragona

El IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) lamenta la pérdida del biólogo mexicana Oscar J. Polaco (1952-2009), que murió el pasado 23 de octubre. Su trabajo científico estuvo dedicado al estudio de la fauna prehistórica y prehispánica de México y latinoamérica. Por ello el año pasado estuvo invitado por dicho instituto en Tarragona, aprovechando el intercambio de investigadores de los proyectos financiados por la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional). Además, colaboraba con el proyecta "Biodiversidad y Sociedades cazadoras recolectoras del Cuaternario de México", que dirige el IPHES. En el marco de su estancia en este instituto, impartió algunas conferencias al alumnado del Máster Erasmus Mundus en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana que oferta la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.


Óscar Polaco durante su estancia en el IPHES en el 2008 - Jordi Mestre / IPHES

Óscar Polaco fue un destacado investigador del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN (Instituto Politécnico de México). Durante muchos años promovió los estudios de arqueozoología y zooarqueología, formando parte del Comité del International Council for Archaeozoology (ICAZ); asimismo coorganizó el 10º Congreso Internacional de esta institución en (2006). Ese mismo año obtuvo, de la Society of American Archaeology, el Premio Fryxel de Investigación Interdisciplinaria por su trayectoria y logros conseguidos en el desarrollo de la Arqueozoología. Formaba parte del Comité organizador y editorial del Simposio "El Hombre Temprano en América".

Durante su trayectoria académica, dictó más de 130 conferencias, presentó más de 165 ponencias nacionales e internacionales y publicó más de 200 trabajos en revistas especializadas. Participó asimismo en siete comités editoriales y era miembro de 10 sociedades científicas.

Desde el Laboratorio de Arqueozoología del INAH, elaboró más de 120 informes técnicos y fue el encargado de las colecciones de malacologia y de vertebrados de comparación.

Como formador de biólogos, impartió por más de 30 años los cursos de Zoología de Cordados y Evolución, además de actuar como tutor de muchos estudiantes.

Finalmente, como divulgador de la ciencia, elaboró más de 10 guiones temáticos de salas y museos, siendo uno de los más conocidos el que da forma al Museo de Paleontología de Guadalajara, en México, “Federico A. Solórzano Barreto”.

Para quienes en algún momento establecieron contacto con él, no es exagerado decir que su buen humor era una marca personal. Es por todo ello que se añorará al amigo, colega y científico Óscar Polaco.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Primeros trabajos del IPHES para datar Cueva Pintada, uno de los núcleos más significativos del arte rupestre en México

  • Es el conjunto más revelador del Arcaico Gran Mural
  • El objetivo es el estudio de las sociedades cazadoras recolectoras que ocuparon el Desierto Central de Baja California

La Cueva Pintada, en la Península de la Baja California, constituye uno de los grandes centros ceremoniales del Arcaico Gran Mural, uno de los importantes núcleos de arte rupestre de México y del continente americano. Situado en el corazón de la sierra de San Francisco, cerca de San Ignacio (Mulegé), en el estado de Baja California Sur, entre sus características más notables destacan las figuras de animales y de humanos de tamaño natural o aún mayor. A pesar de su singularidad, no se sabe todavía con exactitud su cronología, aunque algunos estudios apuntan unos 9.000 años antes del presente para el origen de las figuras más antiguas de esta tradición.

Ramon Viñas observando las figuras rupestres de Cueva Pintada - IPHES

Con el fin de establecer una datación más rigurosa de sus distintas fases de creación, este verano se ha llevado a cabo una primera campaña de estudio con el nombre de “Investigaciones prehistóricas en el noroeste de México”, que se enmarcan dentro del Proyecto Biodiversidad y Sociedades cazadoras recolectoras del Cuaternario de México, dirigido por el IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) y el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y realizado en colaboración con diversas instituciones españolas, exactamente la UB (Universidad de Barcelona) y la UCM (Universidad de Castilla la Mancha), y mexicanas, la ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia) y la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

“Uno de los principales objetivos de esta campaña ha sido examinar los lugares para obtener las primeras micromuestras del soporte y pigmento, cosa nada fácil, pues algunas de las figuras están ubicadas en puntos muy elevados, de entre 5 y 8 m respecto de la base de la pared. Todo ello para poderlas fechar y a su vez determinar los compuestos orgánicos e inorgánicos de las mismas. El resultado, apoyado en el estudio de las superposiciones de las figuras, nos ayudara a redefinir la estratigrafía cromática y estilística de este gran conjunto rupestre”, comenta Ramon Viñas, director del proyecto, por parte del IPHES.

“La investigación permitirá establecer la cronología de las distintas fases de elaboración de este impresionante mural. Con este fin, las micromuestras (de entre 1 y 2 mm) han sido extraídas de pinturas significativas de las 8 fases de creación, que han sido establecidas en mis trabajos previos”, añade Ramon Viñas.

Prospección en el Desierto Central - IPHES

Las micromuestras recogidas provienen, en su mayor parte, del pigmento de grandes figuras que oscilan entre los 2,40 m y 100 cm de longitud. “La técnica y la cantidad de pigmento extraído no compromete, en ningún caso, la integridad de las figuras ya que representa un índice ínfimo del total de las imágenes seleccionadas”, puntualiza Ramon Viñas. Así se obtuvieron micromuestras y se registró detalladamente el punto de extracción de cada figura, para su posterior análisis y ubicación cronocultural”, apunta el mismo investigador. A todo ello se le aplicaran técnicas instrumentales microscópicas, cromatográficas, espectroscópicas y C14 AMS.

Una de las puntas prehistóricas halladas en el Desierto Central durante la prospección - IPHES

Por otro lado, en el Desierto Central, donde se halla el núcleo rupestre del Arcaico Gran Mural, se ha efectuado una primera prospección arqueológica, a la espera de una futura excavación del yacimiento paleontológico de El Mezquital. En esta área se ha registrado y fotografiado materiales líticos en superficie, entre ellos varias puntas del período Arcaico, posiblemente contemporáneas, de ciertas fases de Cueva Pintada. Los artefactos serán estudiados por el arqueólogo Xosé-Pedro Rodríguez, investigador del IPHES. Además, se ha topografiado, con la colaboración de Juan F. Ruiz de la UCM, la zona a excavar en una próxima campaña con personal de la ENAH, del INAH y de la UNAM.

Roca con pinturas rupestres en Cueva del Arco - IPHES

Asimismo, se ha iniciado la documentación, el registro y la datación cronológica de las cuevas con manifestaciones rupestres de la región de Cucurpe, Sonora. Los trabajos se realizaron en colaboración con el arqueólogo Cesar A. Quijada del centro INAH de Hermosillo y se estudiaron varias cuevas del arroyo Saracachi, en particular la Cueva de La Pulsera y la Cueva del Arco. Se trata de dos abrigos con representaciones rupestres, pinturas y grabados, de tipo esencialmente esquemático y abstracto donde destacan las composiciones de figuras humanas, entre ellas, numerosas mujeres en posición de parto, lo que hace suponer a priori lugares destinados a cultos para la fecundidad.

Los trabajos de campo fueron llevados a cabo por Ramon Viñas (IPHES) Juan. F. Ruiz (UCM-Universidad de Castilla-La Mancha), César A. Quijada (arqueólogo e investigador del INAH) y Beatriz Menéndez del Área de Prehistoria de Universidad Rovira i Virgili de Tarragona .

miércoles, 20 de mayo de 2009

Estudian los dientes de las primeras poblaciones chilenas para saber en qué los utilizaban, cuál era su dieta y las patologías que sufrían

Se hallaron en San Vicente de Tagua Tagua, en una antigua laguna que documentó Darwin en 1834

Localizar y estudiar marcas en los dientes de las primeras poblaciones humanas chilenas con el fin de determinar para que actividades los usaban, además de las propias de la masticación, cuál era su dieta y que patologías sufrían entre hace 8.000 y 1.000 años han sido los objetivos principales de la estancia reciente en Chile de Marina Lozano y Xosé-Pedro Rodríguez, personal investigador del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social), en el marco del proyecto Ocupaciones humanas y evolución de los asentamientos en la transición pleistoceno-holoceno en Chile central, que coordina este último y que se lleva a cabo junto con un equipo de científicos de aquel país, entre ellos los profesores Donald Jackson y Eugenio Aspillaga, del Departamento de Antropología (Facultad de Ciencias Sociales) de la Universidad de Chile, miembros a su vez de la Red de Orígenes que promueve dicho instituto.

Miembros del equipo chileno y catalán en el yacimiento de Cuchipuy este mayo - IPHES

“Una de las cosas que se pretende averiguar con la utilización del microscopio electrónico son las actividades paramasticatorias realizadas con los dientes. Por ejemplo, marcas efectuadas al sujetar y estirar materiales, o señales que pudieran hacerse con el filo de alguna herramienta lítica al cortar algo que sujetaban con los mismos”, cuenta Marina Lozano, recién llegada ya de Chile.

“Otro objetivo–añade- es identificar patologías dentales y también estudiar el desgaste de estos dientes, para poder inferir la dieta de estos grupos humanos. Como hay fósiles humanos de cuatro niveles arqueológicos diferentes, datados desde hace algo más de 8.000 años hasta hace unos 1.000 años, se podrá ver cómo evoluciona la alimentación de estos grupos y cómo utilizan sus dientes a lo largo del tiempo”.

Marina Lozano, analizando dientes hallados en Cuchipuy, durante su estancia en Chile - IPHES

Este estudio se basa en restos fósiles hallados en el yacimiento de Cuchipuy, por parte del equipo de los profesores Jackson y Aspillaga. Para no trabajar con los restos originales y así preservarlos de cualquier alteración, se efectúan moldes, que ha realizado en la Universidad de Chile Marina Lozano; posteriormente, ahora ya en Tarragona, los analizará con microscopio electrónico, y los datos obtenidos con los dientes de Cuchipuy se compararan con los de poblaciones europeas de cronologías similares, por ejemplo, los de la Cueva del Mirador, en Atapuerca (Burgos).

El yacimiento de Cuchipuy está situado en el municipio de San Vicente de Tagua Tagua, a unos 140 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Concretamente está ubicado en lo que era el borde de una antigua laguna, que se desecó a mediados del siglo XIX. “Por cierto, Darwin estuvo en esta zona de Chile hacia 1834 y describió la Laguna de Tagua Tagua, pocos años antes de que se quedara sin agua”, observa Xosé-Pedro Rodríguez.

Vista general de Cuchipuy - IPHES

Cuchipuy es un yacimiento al aire libre con materiales en contexto estratigráfico, que corresponden al menos a cuatro niveles diferentes, con varias dataciones de C14 que les da una antigüedad de entre los 8.000 y 1.000 años antes del presente. “De esta manera, podemos estudiar la evolución del poblamiento en el centro de Chile durante al menos unos 7.000 años”, afirma Xosé-Pedro Rodríguez.

Entre los materiales localizados hay numerosos fósiles humanos procedentes del nivel inferior (con algo más de 8.000 años), que se encuentra entre los más antiguos de toda América. Además, también han aparecido restos de fauna, instrumentos y adornos de hueso, hogares, y, en los niveles más modernos, cerámica. “En este relevante sitio, reanudamos durante nuestra estancia allí –manifiesta Xosé-Pedro Rodríguez- los trabajos estratigráficos para la toma de nuevas muestras para análisis radiocarbónico (C14) y de sedimentos del yacimiento.

“Todavía no sabemos si por debajo de los niveles inferiores podríamos localizar materiales arqueo-paleontológicos incluso más antiguos. De hecho uno de nuestros objetivos con las nuevas excavaciones que estamos planteando es poder localizar materiales paleoindios (es decir con alrededor de 10.000-11.500 años de antigüedad)”, correspondiente a los primeros grupos humanos que llegan al continente americano, comenta el mismo investigador.

Además de Cuchipuy, Rodríguez y Lozano han visitado otros yacimientos antiguos de Chile como los situados en la zona de Los Vilos, en la costa central chilena. En este sector se han localizado los concheros más antiguos de América, así como yacimientos paleoindios, como por ejemplo Quereo y Santa Julia.

Marina Lozano al fondo, durante su conferencia en Chile - IPHES

Además, en el marco de este viaje científico, Marina Lozano impartió la conferencia “Los fósiles humanos de la Sierra de Atapuerca” en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. En su intervención, que fue seguida por un numeroso público, efectuó un recorrido por los distintos yacimientos de la Sierra de Atapuerca (Burgos), dónde ha aparecido el primer europeo, con una antigüedad de 1,2 millones de años, en la Sima del Elefante. Incidió especialmente en Gran Dolina, donde se identificó restos de una nueva especie, Homo antecessor, con evidencias de que allí se practicó el canibalismo hace unos 800.000 años.

También se refirió a los restos de Homo heidelbergensis localizados en Galeria-Zarpazos y, sobre todo, en la Sima de los Huesos. En relación con estos restos, Marina Lozano expuso los estudios realizados sobre los dientes. Por último comentó los restos de Homo sapiens localizados en la Cueva del Mirador, remarcando también las evidencias de canibalismo, así como los estudios dentales realizados con estos fósiles.

domingo, 19 de abril de 2009

Celebra el Día Internacional del Libro con La conciencia que quema, de Eudald Carbonell

“La evolución continua es imparable. Ahora lo necesario es una revolución de especie", asegura


La conciencia que quema es el libro que Eudald Carbonell, director del IPHES (Institut Català de Paleoeoclogia Humana i Evolució Social) y codirector del Proyecto Atapuerca, ha publicado en los últimos meses.

Editado por Now Books, el autor nos describe cómo se ha formado nuestra conciencia y de qué manera podemos entender la socialización para intervenir decisivamente en la construcción de una nueva especie a partir del conocimiento empírico, la autocrítica, la razón y la lógica.



"La conciencia operativa nos abre las puertas a una realidad inconmensurable y nos da la posibilidad de aprender y de actuar de forma más humana. Tenemos que aprovechar las adquisiciones que la selección natural y la cultura nos ofrecen para mejorar y hacer crecer la conciencia crítica. La evolución continua es imparable. Ahora lo necesario es una revolución de especie", asegura Carbonell.

Entre los temas a que se refiere sobresalen la crisis de especie que provocará la metabolización de la revolución cientificotécnica, la presión demográfica a que estamos sometidos, el origen de la vida, cómo la lógica sustituirá al azar que ha caracterizado hasta nuestros días la evolución, la diversidad cultural y la inteligencia operativa.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Carbonell participa en un encuentro internacional para favorecer la relación entre operadores culturales y el mundo de la ciencia

Se trata del VI Campus Euroamericano de Cooperación Cultural que se desarrolla estos días en Buenos Aires

Fomentar una mayor relación entre los operadores culturales y el mundo de la investigación y la ciencia es el objetivo principal del VI Campus Euroamericano de Cooperación Cultural que se desarrolla del 24 al 27 de marzo, en la Pontificia Universidad Católica Argentina, en la ciudad de Buenos Aires. La ausencia de espacios que favorezcan este debate ha propiciado el interés por este tema, “pues a pesar de las múltiples interdependencias entre la vida cultural y la ciencia, en realidad este discurso no se acomete con la suficiente profundidad por los responsables de las políticas culturales y científicas”, afirma Alfons Martinell, coordinador académico de dicho campus.

En este contexto, Eudald Carbonell, director del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) y codirector del Proyecto Atapuerca, ofrecerá la conferencia titulada “Interacción entre cultura, ciencia y sociedad”, el viernes 27 de marzo a las 9.30 h.


Eudald Carbonell - Jordi Mestre / IPHES

Con el lema Hacia una nueva conciencia repasará la aplicación que han tenido algunos conocimientos científicos en la sociedad, así como la aplicación de la tecnología en las relaciones sociales, el papel de la socialización de la ciencia y, evidentemente, lo que han aportado los hallazgos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca a todo este proceso evolutivo.

El VI Campus Euroamericano de Cooperación Cultural está organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación de Argentina, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Interarts, en el marco del Programa ACERCA de Formación y Capacitación en Cultura de la AECID.

El tema central del evento es la "Gestión Cultural y Ciencia: una relación imprescindible" y en él se analizan, en términos generales, cuestiones vinculadas a la articulación entre la gestión cultural y su dimensión científica, la interacción entre políticas culturales y políticas científicas y la proximidad de ciertos procesos creativos con la ciencia, con la intención de favorecer el diálogo entre todos los actores.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El IPHES promociona la red científica latinoamericana en las IV Jornadas de Arqueología Iberoamericana que acoge Portugal

Constituida ahora hace un año en Tarragona, tiene miembros en Perú, México, Chile, Argentina, Cuba y Brasil

Dar a conocer la Red latinoamericana de Orígenes (RDO), constituida ahora hace un año en Tarragona, es uno de los objetivos de la participación de miembros del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) en las IV Jornadas de Arqueología Iberoamericana que del 5 al 7 de marzo se celebran en el Museo de Arte Prehistórico de Mação (Portugal), organizadas por el Instituto Politécnico de Tomar de este mismo país. La ponencia irá a cargo de Eudald Carbonell y Robert Sala, director y coordinador de los estudios de postgrado del IPHES, respectivamente.


Mapa con zonas en rojo que se corresponde a los países participantes en la Red de Orígenes - IPHES
La RDO es “un grupo de trabajo en el que los problemas evolutivos son analizados de forma rigurosa en términos de teoría de la evolución tanto por personal científico naturalista como por personal científico social. El objetivo general es el estudio de la evolución humana en el continente americano”, comenta Eudald Carbonell.

Las instituciones que participan actualmente en la Red de Orígenes son: Universidad Nacional San Antonio Abad y Asociación Hatún Wachaiwasi, en Perú; Universidad Nacional de México e Instituto Nacional de Antropología e Historia, en México; Universidad de Chile; Universidad de Bariloche y Universidad Maimónides, en Argentina; Universidad de la Habana, en Cuba; Universidad estatal de Feira de Santana, en Brasil; y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, en Tarragona (España).

La intervención de Eudald Carbonell y Robert Sala está prevista para el jueves 5 de marzo, a las 10 h.

Pinturas rupestres y transformación del paisaje

La participación del IPHES en las IV Jornadas de Arqueología Iberoamericana también incluye la presencia de Ramón Viñas y Ethel Allué. También el día 5, pero a las 11.30 h, el primero de ellos hablará de las pinturas rupestres de Cueva Pintada (Sierra de San Francisco BC, México), uno de los conjuntos de arte rupestre más significativos del Gran Mural, ubicado en la península de Baja California; éste lo componen más de 1.000 figuras de un tamaño que alcanza hasta los 4 metros de altura, realizadas por cazadores recolectores que poblaron la región hace entre 9.000 y 3.500 años.

Por su parte, Ethel Allué, defenderá la comunicación Problemáticas ambientales en el Holoceno medio, en la Península ibérica, que firma junto con Cristina Ferreira, Luis Santos, Francesc Burjachs e Isabel Expósito, miembros estas dos últimas personas, también del IPHES.
Allué se referirá a las fluctuaciones climáticas y actividades humanas que desde la última glaciación hasta el Holoceno medio se han podido registrar a través de diversos datos paleológicos. Concretamente, durante el Holoceno tienen lugar una serie de eventos climáticos caracterizados por fases áridas o húmedas que influyen en las formaciones vegetales. Las actividades socioeconómicas de los grupos humanos de agricultores, ganaderos y pastores están en constante evolución y ocupan y gestionan el territorio transformándolo. Los estudios arqueobotánicos (antracológicos y palinológicos) en la Península ibérica son numerosos y permiten estudiar esta diversidad y la influencia de los dos procesos.




Cueva El Mirador de Atapuerca - Jordi Mestre /IPHES

En la Península ibérica, además, se constata una gran diversidad biogeográfica que permite analizar las diferentes formas de transformación del paisaje. Algunos de estos datos se han obtenido en los yacimientos de Alto Ribatejo, la secuencia de El Mirador (Atapuerca) o los yacimeintos del NE peninsular. “Estos contextos culturales y biográficos diferentes nos permiten analizar las causas y los eventos que definen el ambiente, los paisajes y las actividades socioeconómicas que caracterizan a las poblaciones del Holoceno medio en la Península ibérica”, concluye Ethel Allué.

En su conjunto, estas jornadas pretenden promocionar la convergencia de perspectivas teóricas de matriz histórica (predominante en Europa) y antropológica (predominate en Latinoamérica) en un marco interpretativo que valorice la investigación en el terreno y el descubrimiento de nuevas evidencias sobre el pasado humano, prestando una particular atención a las metodologías de geoarqueología y de la arqueología del paisaje.